El smile o carita feliz navega por el mundo desde hace varias décadas. Recuerdo que corrían los ochenta cuando llegaron a España en forma de chapas coleccionables, después llegaron las camisetas con el dibujo, bolsos, pegatinas era el logo de la nueva tendencia musical Acid House. Cuando parece que era producto de una moda pasajera, vuelve hasta nosotros como primicia (que no lo es) para las nueva generación de adolescentes y jóvenes.
La carita feliz fue creada en 1963 por el diseñador gráfico Harvey Ball en la que apenas dedicó 45 minutos en diseñar el dibujo, que quedaría impreso en unos botones hasta llegar a día de hoy a ser un icono esencial en las redes sociales. Aunque todos pensamos que el señor Harvey Ball se forró, muy lejos de ello apenas cobró 45 dólares y ni siquiera lo registró.
El diseño fue un encargo de la State Mutual Life Assurance Company en Worcester, Massachusetts. El encargo surge por la necesidad de motivar a los empleados que veían en peligro sus puestos de trabajo debido a la fusión y adquisición de la empresa. Se transformó en una campaña en la que se le pedía a los trabajadores sonreír.
El diseño fue modificado años más tarde por Bernard y Murray Spain en 1972. Estos vendieron más de 50 millones de botones con la carita. En 1982 se convierte en emoticón por sugerencia de la Carnegie Mellon University en Cleveland. Esto no queda aquí. En 1998 la carita evoluciona a emoji y esta vez la encargada de ello es Shigetaka Kurita, quien diseña 176 elementos a partir de carita feliz con la idea de que la mensajería en internet fuera más rápida y atractiva para las nuevas generaciones de jóvenes.
Ya sabéis. No os olvidéis de sonreír.🙂
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