Si existen
testigos vivientes del paso del tiempo, eso son los árboles. Algunos sobreviven
pocos años, mientras otros llevan con nosotros milenios. En la actualidad el
árbol más antiguo conocido se encuentra en Suecia en un lugar llamado, montaña
de Fulufjället. Fue descubierto por el profesor de Geografía Física, Leif
Kullman, en el 2004 y lo bautizó con el nombre de su perro “Old Tijkko”. A través de las pruebas del
Carbono 14, se sabe que el árbol tiene 9.550 años. Lo curioso de este abeto, es
que, además de seguir vivo sigue
creciendo.
Antes de
2004, el árbol más longevo era “Matusalén”,
con 4.847 años, reside en el Bosque Nacional Inyo en White Mountains
(California). Este “pino longevo”, fue
descubierto por Edmund Shulman, en el transcurso de sus estudios de los árboles
más antiguos de Norteamérica. Su localización permanece en secreto con el fin
de preservar a este fósil viviente del vandalismo y de posibles accidentes como le sucedió
a su predecesor Prometeo.
El secreto
de la larga vida de estos árboles son en
primer lugar, las condiciones tan adversas que han hecho protegerse y hacerse
más fuertes. En el caso de “Matusalén”, está recubierto de una resina que lo
protege de hongos y otras enfermedades. La zona geográfica ha sido también otro
factor importante, ya que ambos se encuentran en lugares de difícil acceso. Existen y seguro existirán muchos árboles abuelos repartidos por el mundo, pero estos ya vivieron lo suyo. Como decía mi abuelo ¿si los árboles hablaran?
Las imágenes no corresponden a los árboles originales.
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