La “Perla Peregrina”, debe su fama a su aspecto en
forma de lágrima, su color y su tamaño. Recibe ese nombre por su rareza y
por considerarse una pieza muy escasa con esa morfología. Esta joya siempre se vio
envuelta en misterios y leyendas, de las que aún a día de hoy no es ajena.
Se dice que
la halló un esclavo en aguas del Caribe, cercanas a Panamá y debido a esta
hazaña obtuvo su libertad. En 1580 Diego Tebes
( que fue alguacil mayor de Panamá) se la ofrece al rey Felipe II y este
la adquiere a Través del Consejo
Real de Indias.
De esta
forma sería María Tudor, la primera en lucir esta joya y que la plasmaría en un
retrato de Antonio Moro. Su fallido matrimonio con Felipe II, hizo que la reina
junto a sus joyas volvieran a Inglaterra, hasta después de su fallecimiento, cuando la
perla regresa a la corona española.
La “Peregrina”,
formaría parte del joyero real e iría pasando por herencia a los sucesivos
reyes y consortes. Así, Felipe III se retrataría
con la codiciada perla prendida en su sombrero, mientras su esposa Margarita de
Austria-Estíria, la luciría en el retrato pintado por Velázquez.
Pero llego
José Bonaparte, exigiendo las joyas de la corona de los reyes exiliados,
llegando así a la esposa del rey invasor, Julia Clary. Cuando se separaron
Bonaparte se llevo la perla Estados Unidos. Al volver a Europa, deja en
herencia la joya a Napoleón III, que la vende y se la compra el Marqués de
Abercórn y este se la regala a su esposa.
La perla regresa a Estados Unidos donde se subasta en el 23 de enero de 1969. Ganó la puja Richard
Burton por 37.000 dólares y fue el regalo que le hizo a Elizabeth Taylor en su
37 cumpleaños.
La perla fue
nuevamente subastada al fallecimiento de la actriz. Fue adquirida por 9
millones de dólares el 13 de diciembre de 2011.
Esta podía considerarse
en resumen la historia oficial, pero la realidad y la leyenda se confunden
surgiendo varias incógnitas en el transcurso de la historia de la singular
joya.
LA CORONA
ESPAÑOLA INTENTA RECUPERARLA
Tras hacerse
con la codiciada joya, la familia Abercorn, la vende a una joyería londinense.
El Rey Alfonso XIII en 1914 quiere comprarla para regalársela a la que
sería su esposa, pero no llegaron a un acuerdo económico y la perla termino en
manos del multimillonario Henry Huntingdon.
En 1969, en
la subasta de Nueva York, Don Alfonso de Borbón Dampierre intento hacerse con
ella, pujando 20.000 dólares por la joya. No la consiguió y un día después el
Duque de Alba negó la autenticidad de la perla subastada. Exhibió una perla que
aseguró ser la auténtica “Peregrina”. Los expertos declararon que esa perla el
regalo Alfonso XIII a su esposa por su parecido con la original, pero esta
estaba taladrada y la original jamás se taladró. Esta segunda joya se ha visto
en numerosas ocasiones lucida por la Reina Sofía.
Realidad o leyenda,
la “Perla Peregrina”, ha sido una de las joyas más codiciadas de toda la
historia. Todos han querido dejar una huella manifestando la realidad de esta lágrima perlada tan preciada. Y así lo hizo el periódico
ABC o EL ECONOMISTA.
La incógnita
¿Quién posee la Perla Peregrina? y ¿Dónde está?
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