Los años 30
fue la época dorada del cine en Hollywood. La industria del cine supo llamar la atención de la gente que encontraba en las películas un retrato de
la vida cotidiana. Sus películas para toda la familia, hizo que se popularizaran a
pequeños actores, que desde temprana edad destacaban por su desparpajo e
inocencia, transmitiendo el “todo va bien” a pesar de todo.
FreddieBartholomew, fue uno de los niños más queridos de la pantalla. Sus aires
refinados, su imagen angelical e inocente, llegó al corazón de la gente. Sus películas
más destacadas son: David Coperffield (1935), Ana Karenina, (1936), junto a
Greta Garbo, en el papel de Sergei. Pero la producción que lo lanzó al
estrellato fue, El pequeño lord (1936), aunque se le recuerda sobre todo por
Capitanes Intrépidos (1937). El convertirse en adolescente hizo que su futuro
interpretativo decayera, aunque participó junto a Mickey Rooney en Horizontes
de Gloria o junto a Judy Garland en Listen Darling (1938).
A
medio camino entre Bartholomew y Ronney, nos encontramos con el pequeño Jackie
Cooper. Lejos de la imagen angelical y hermosa de sus compañeros, este chico
era un gran deportista que fue entrenado
por el mismísimo Jhonny Weissmuller. Sus
mayores éxitos fueron con las películas,
La Isla del Tesoro (1934) y El Campeón,
de King Vidor.
Si ellos son
valientes, traviesos y angelicales, ellas son unas divas. La versatilidad de
estas niñas, hacen que se adapten a todo tipo de papeles: cantan, bailan e
interpretan todo tipo de papeles. Hay que reconocer que la niña mimada de la
pantalla siempre fue Shirley Temple a que le seguirían Jane Withers o Deanna Durbin. Cada productora tenía su propia pequeña princesa y muchas se salvaron
de la ruina gracias a estas estrellas cinematográficas.
Entre sus
películas más famosas se encuentran: Rebelde (1935),
Gracia y Simpatía (1934), La Pequeña Coronela (1935) o La Simpática Huerfanita
(1935), entre otras. Pero en su adolescencia se fue borrando esa inocencia
interpretativa y como sucedió con otros de sus compañeros, acabó siendo una más entre tantas.
Si hay una
estrella que brilló más que ninguna otra, esa fue Judy Garland. Una niña que
supo adaptarse a su propia evolución y cultivo el éxito en todas sus etapas.
Especialmente fue el musical donde ella destacaba sobre las demás como sucedió en El Mago de Oz, Pero también supo sumergirse en la comedia, junto a Mickey Rooney de
pareja cinematográfica. Juntos protagonizaron varios títulos como: Los Hijos de
la Farándula (1939), Armonías de Juventud (1941), hasta llegar a Girl Crazy (1943), última película que
realizaron en compañía.
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